Aprendiendo historia en el colegio, me formé la idea de que los Incas, (porque no tenía idea de que existieran otros pueblos andinos y todos eran Incas para mí) habiendo dado un rápido vistazo a los conquistadores, habían asumido que estos eran nada más y nada menos que dioses. Que por ver que iban a caballo habían deducido que eran centauros (centauros!?), y que con un puñado de estos “dioses”  había bastado, para rendir a  los millones de esclavos sin voluntad y casi sin cultura que vivían en lo que hoy se llama Perú.

Me explicaba la existencia de Machu Picchu y de los otros dos edificios monumentales de los que me hablaron (creo que eran Sacsayhuaman y Ollantay Tambo) como residencias de sus déspotas gobernantes, que usaban a la enorme población esclava para construir casas de piedra para ellos. Ellos si debían haber sido interesantes... pero esperen; ¡recuerdo haber escuchado también que estos gobernantes eran blancos, rubios y gigantes!; ¿no oyeron eso alguna vez?.

Los demás habrían vivido en chozas pobres que desaparecieron con el paso del tiempo por estar construidas de materiales precarios; como las casas de la gente pobre que había visto en la televisión.

Debo decir, para ser justo, que siempre se me repitió que no había que ser racistas con esa pobre gente, y que si pues, éramos diferentes, pero había que ser buenitos con ellos y ayudarlos a integrarse a la comunidad civilizada, porque por si solos no la hacían y eso ya estaba demostrado, claro, por la Historia.

CONTINUARÁ...

Renzo Polo Sevilla.